sábado, abril 12, 2008

Los 3 Mosqueteros

Aunque al señor Dumas se le olvidase decirlo, Charles de Batz-Castelmore, Conde de Artagnan, era del norte. De tierras verdes y húmedas.
Como tantos otros, D'Artagnan emigró, y forjó la leyenda plasmada por Alexandre Dumas.

Nuestro mosquetero, en época de florete caído y escaso de compañía, conoció y compartió carruaje cada día de camino al trabajo con Porthos, grande, fuerte y corpulento. Luego, compartió mucho más que transporte público con él. Así mismo, y por razones aún desconocidas, hizo migas con Athos, con un pasado en un bolsillo roto del pantalón, y un gran futuro por delante. Y ambos personajes, junto con el casado y extravagante mosquetero Aramis, vivieron una corta pero intensa época de aventuras, que si bien ustedes ya conocen varias por las novelas, lo que realmente sucedio en aquellos tiempos gloriosos, y la intensidad con la que los vivieron, sólo será conocido por ellos.

Pasó el tiempo, y nadie retomó la novela tras su fin, aunque yo puedo hacer un pequeño resumen. Athos emigró a tierras incomprensiblemente lejanas aún estando a pocas varas de distancia, para contraer más tarde matrimonio con una doncella lugareña. Porthos, que aunque no abandonó su tierra, comenzó un idilio amoroso con quien en breve se convertirá en su mujer. Y Aramis, quién lo iba a decir, intentará hacernos creer que sienta su agitada cabeza con la futura paternidad que se avecina en su hogar.

De D'Artagnan... se sabe que también se emparejó con una dama con la que convive, y se volcó en un trabajo, que entre trajín y ajetreo, le deja tiempo para escribir algún relato corto, que nos aclara lagunas en la novela histórica y de ¿ficción?.

Es difícil que se vuelvan a encontrar todos de nuevo.
Veo imposible que con cuatro líneas se roce la fibra de aquellos que se marcharon, o que sencillamente, por ser ley de vida, dejaron solo al mosquetero real, que lanza la piedra sobre el tejado de quien corresponda, a horas intempestivas, y no para cantar una serenata (pero tampoco las cuarenta).

2 comentarios:

Eva dijo...

Aquí la lugareña anunciándole que Don Athos está bien, con su espada en alto y trotando por los bosques.
Se te va la olla. Tienes aquí al prenda descojonaito vivo.
(Le tuve que explicar la metáfora porque no la pillaba, jajajajaaaaaaa) Ay, que me pega.

Fonsito dijo...

Lo de que Athos tenga el mandoble en alto me suena un tanto extraño, ya que nunca fue un mosquetero conocido por su virilidad.

El hecho de que trote, sea por los bosques o sobre un sofá... bueno, falta le hace, que se me apalanca.

Que se me va la olla... cuento las veces al día que se me va, pero pierdo la cuenta.

Y que se lo tuvieras que explicar... hombre, pues no me extraña. Y mira que a buen entendedor, pocas palabras bastan.